-¡Espera un momento aquí!-Le dije a María y entré corriendo
en la tienda.
-Un momento-Le dije a la dependienta.
-Sí, dime.
-Oye, guárdeme el vestido y los zapatos de antes, pasaré a
recogerlo otro día. Pero eso sí, no le diga nada a ella, es una sorpresa.
-Estás un poco loco, jajajajaja, pero vale, te haré caso, te
lo guardaré aquí y pasas cuando quieras.
-Gracias, y por favor, ni una palabra a nadie, no quiero que
se empiece a rumorear pro las revistas, no me gusta que hablen de mi vida
íntima en estos casos.
-Ni una palabra, prometido.
-Gracias, ¡adiós!-Salí de la tienda.
-¿A qué has ido?
-Que me había dejado el móvil en la tienda, lo he sacado un
momento y se me ha olvidado guardármelo.
-Vas a perder la cabeza.
-La he perdido antes cuando te he visto salir con ese
vestido tan precioso.-La cogí por la cintura y nos besamos pasionalmente.
[Narrado por María]
Pasaron los días, y con eso, pasó un mes. Todo iba igual que
siempre, pero últimamente Pablo estaba raro, pero no era nada malo. Le notaba
que ocultaba algo, pero algo que era bueno, alguna sorpresa o algo por el
estilo que me querría dar, supongo que como me cumpleaños se acercaba, sería
algo de eso.
-Cariño- Me senté en el sofá con Pablo, que estaba tocando
al guitarra.
-Dime.
-Escucha, no sé qué estarás tramando, pero tramas algo para
mí, y no quiero que te esfuerces demasiado, sabes que lo único que necesito es
tu compañía, nada más.
Pablo se rió suavemente y me dio un ligero beso- Tranquila,
esto es para siempre.
-¿eh? No te entiendo.
-jajajaja, ya lo entenderás.
-Me das miedo…
-¿Ah sí?-Dejó la guitarra en la mesa.-Pues más miedo vas a
tener cuando te coja.
Fue a cogerme pero pude escaparme, corrimos por toda la
casa, riéndonos, hasta que al final, como siempre, me cogió. Me tiró a la cama
y me empezó a hacer cosquillas. Por muchos años que pasaban, siempre quedarían
estos momentos. Momentos en los que volvíamos a nuestra infancia, y volvíamos a
ser niños pequeños, que solo querían ser felices y reírse a todas horas. Por
desgracia, esa juventud no duraba toda la vida, pero con Pablo volvía a ella en
instantes como este.
-Para…por favor-Dije como pude, cansada.
-Me encanta cuando te ríes, tienes cara de niña.
-Y tú cuando te pones a tocar de forma descontrolada la
guitarra. Pero, ¿sabes una cosa?-Negó con la cabeza- En realidad, me encantas a
cada segundo.
-Y tú a mi…-Se acercó a mí, y me besó. Todo este tiempo
junto a él, nos habremos dado miles de besos, pero cada uno es distinto al
siguiente, pero al fin y al cabo, todos tenían algo en común, el amor que
sentíamos.
Y así es como llegó el día 28 de Julio, mi cumpleaños.
-¡Feeeeeeeeeeliz cumpleañooooooooos!-Me despertó así Pablo,
mientras no me paraba de dar besos, no había mejor regalo que este.
-Gracias….-Dije con voz de dormida, pero a la vez muy feliz.
Vi que entraban unos rayos de sol por la venta. ¿Qué hora es?
-Hoy no hay hora, tienes que disfrutar de la vida, que para
eso es tu día.-De repente me puso una bandeja que había en su mesita. Era el
desayuno, y en la bandeja había una rosa.
-¿Vas a estar todo el día así conmigo?
-Para qué preguntas si sabes la respuesta.
-Jolin… es que te pasas mucho, no debes hacer tanto, de
verdad, si con pasarlo contigo me es suficiente.
-Pero yo quiero hacer esto, porque me gusta verte así de
feliz y que estés a todas horas sonriendo, porque si estoy contigo es para
hacerte feliz a cada momento, porque si tú eres feliz, yo también.
Me había emocionado con esas palabras tan bonitas que me
había dicho. Nadie en esta vida me puede hacer más feliz que él, y si alguna
vez le pasase algo, jamás volvería a tener
felicidad en mi vida.
-Te quiero.-Le cogí la cara y lo aproximé a mis labios,
dejando caer un beso en sus labios.
-Y ahora toca que desayunes, y luego te vistes que nos vamos
a comer por ahí.
-¡Sí Pablete!-Nos reímos los dos a la vez.
Después de desayunar, que por cierto, estaba buenísimo,
porque Pablo hizo esas tortitas con chocolate que le salen tan bien, me duché y
me vestí con un vestido que me compré hace poco, pienso que era la oportunidad
de estrenarlo. Pablo tampoco quedó atrás, se puso sus vaqueros, sus botas, su
camisa blanca. Siempre iba guapo, pusiese lo que se pusiese.
Fuimos a un restaurante, a uno de los mejores de Málaga, y
cuando entré, no me creía lo que estaba viendo. Mis padres, mi hermano, sus
padres y hermanos, Laura, Raul y el pequeño Iker y unos amigos de Málaga con
los que nos llevábamos muy bien y siempre salíamos con ellos. Toda la gente
querida estaba allí. Cuando entré, me dijeron todos un alto ¡FELICIDADES!, y
fueron a felicitarme uno por uno. Echaba mucho de menos a mis padres, y aquí
los tenía de nuevo y sin olvidar a mi hermano, que hacía aun más tiempo que no
lo veía. Fue una comida inolvidable, llenas de anécdotas y buenos momentos.
Por la noche, fuimos a aquella playa tan especial para los
dos.
-Ahora me toca darte el regalo.
-¡Pero si todo el día han sido sorpresas y más sorpresas! De
verdad, no hace falta.-Pero me ignoró y sacó una caja pequeña.
-Ten.-Me la dio y la abrí. Era una llave, me quedé
extrañada.
-¿Una llave?
-Sí. Esta llave es muy especial, abre una caja, pero para
eso tendrás que esperar hasta mañana. Ahí dentro estará tu regalo.
Me guarde la llave. No sabría que podría abrir esta llave,
pero seguro que era algo que me haría muy feliz.
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