lunes, 27 de agosto de 2012

42. Mi cumpleaños.


-¡Espera un momento aquí!-Le dije a María y entré corriendo en la tienda.
-Un momento-Le dije a la dependienta.
-Sí, dime.
-Oye, guárdeme el vestido y los zapatos de antes, pasaré a recogerlo otro día. Pero eso sí, no le diga nada a ella, es una sorpresa.
-Estás un poco loco, jajajajaja, pero vale, te haré caso, te lo guardaré aquí y pasas cuando quieras.
-Gracias, y por favor, ni una palabra a nadie, no quiero que se empiece a rumorear pro las revistas, no me gusta que hablen de mi vida íntima en estos casos.
-Ni una palabra, prometido.
-Gracias, ¡adiós!-Salí de la tienda.
-¿A qué has ido?
-Que me había dejado el móvil en la tienda, lo he sacado un momento y se me ha olvidado guardármelo.
-Vas a perder la cabeza.
-La he perdido antes cuando te he visto salir con ese vestido tan precioso.-La cogí por la cintura y nos besamos pasionalmente.
[Narrado por María]
Pasaron los días, y con eso, pasó un mes. Todo iba igual que siempre, pero últimamente Pablo estaba raro, pero no era nada malo. Le notaba que ocultaba algo, pero algo que era bueno, alguna sorpresa o algo por el estilo que me querría dar, supongo que como me cumpleaños se acercaba, sería algo de eso.
-Cariño- Me senté en el sofá con Pablo, que estaba tocando al guitarra.
-Dime.
-Escucha, no sé qué estarás tramando, pero tramas algo para mí, y no quiero que te esfuerces demasiado, sabes que lo único que necesito es tu compañía, nada más.
Pablo se rió suavemente y me dio un ligero beso- Tranquila, esto es para siempre.
-¿eh? No te entiendo.
-jajajaja, ya lo entenderás.
-Me das miedo…
-¿Ah sí?-Dejó la guitarra en la mesa.-Pues más miedo vas a tener cuando te coja.
Fue a cogerme pero pude escaparme, corrimos por toda la casa, riéndonos, hasta que al final, como siempre, me cogió. Me tiró a la cama y me empezó a hacer cosquillas. Por muchos años que pasaban, siempre quedarían estos momentos. Momentos en los que volvíamos a nuestra infancia, y volvíamos a ser niños pequeños, que solo querían ser felices y reírse a todas horas. Por desgracia, esa juventud no duraba toda la vida, pero con Pablo volvía a ella en instantes como este.
-Para…por favor-Dije como pude, cansada.
-Me encanta cuando te ríes, tienes cara de niña.
-Y tú cuando te pones a tocar de forma descontrolada la guitarra. Pero, ¿sabes una cosa?-Negó con la cabeza- En realidad, me encantas a cada segundo.
-Y tú a mi…-Se acercó a mí, y me besó. Todo este tiempo junto a él, nos habremos dado miles de besos, pero cada uno es distinto al siguiente, pero al fin y al cabo, todos tenían algo en común, el amor que sentíamos.
Y así es como llegó el día 28 de Julio, mi cumpleaños.
-¡Feeeeeeeeeeliz cumpleañooooooooos!-Me despertó así Pablo, mientras no me paraba de dar besos, no había mejor regalo que este.
-Gracias….-Dije con voz de dormida, pero a la vez muy feliz. Vi que entraban unos rayos de sol por la venta. ¿Qué hora es?
-Hoy no hay hora, tienes que disfrutar de la vida, que para eso es tu día.-De repente me puso una bandeja que había en su mesita. Era el desayuno, y en la bandeja había una rosa.
-¿Vas a estar todo el día así conmigo?
-Para qué preguntas si sabes la respuesta.
-Jolin… es que te pasas mucho, no debes hacer tanto, de verdad, si con pasarlo contigo me es suficiente.
-Pero yo quiero hacer esto, porque me gusta verte así de feliz y que estés a todas horas sonriendo, porque si estoy contigo es para hacerte feliz a cada momento, porque si tú eres feliz, yo también.
Me había emocionado con esas palabras tan bonitas que me había dicho. Nadie en esta vida me puede hacer más feliz que él, y si alguna vez le pasase algo, jamás volvería a tener  felicidad en mi vida.
-Te quiero.-Le cogí la cara y lo aproximé a mis labios, dejando caer un beso en sus labios.
-Y ahora toca que desayunes, y luego te vistes que nos vamos a comer por ahí.
-¡Sí Pablete!-Nos reímos los dos a la vez.
Después de desayunar, que por cierto, estaba buenísimo, porque Pablo hizo esas tortitas con chocolate que le salen tan bien, me duché y me vestí con un vestido que me compré hace poco, pienso que era la oportunidad de estrenarlo. Pablo tampoco quedó atrás, se puso sus vaqueros, sus botas, su camisa blanca. Siempre iba guapo, pusiese lo que se pusiese.
Fuimos a un restaurante, a uno de los mejores de Málaga, y cuando entré, no me creía lo que estaba viendo. Mis padres, mi hermano, sus padres y hermanos, Laura, Raul y el pequeño Iker y unos amigos de Málaga con los que nos llevábamos muy bien y siempre salíamos con ellos. Toda la gente querida estaba allí. Cuando entré, me dijeron todos un alto ¡FELICIDADES!, y fueron a felicitarme uno por uno. Echaba mucho de menos a mis padres, y aquí los tenía de nuevo y sin olvidar a mi hermano, que hacía aun más tiempo que no lo veía. Fue una comida inolvidable, llenas de anécdotas y buenos momentos.
Por la noche, fuimos a aquella playa tan especial para los dos.
-Ahora me toca darte el regalo.
-¡Pero si todo el día han sido sorpresas y más sorpresas! De verdad, no hace falta.-Pero me ignoró y sacó una caja pequeña.
-Ten.-Me la dio y la abrí. Era una llave, me quedé extrañada.
-¿Una llave?
-Sí. Esta llave es muy especial, abre una caja, pero para eso tendrás que esperar hasta mañana. Ahí dentro estará tu regalo.
Me guarde la llave. No sabría que podría abrir esta llave, pero seguro que era algo que me haría muy feliz.

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